Juanma Velasco

Un espacio sin cortinas de humo

Me gusta, no me gusta

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Publicado en Levante de Castelló el 23 de octubre de 2013

Desde la frialdad, pero conocedor de la teoría de lo que retuercen las muertes derivadas de la violencia ideológica. Desde la neutralidad de los profanos en Derecho pero no en derechos humanos. Desde uno de los derivados de la admiración, contenida, hacia una de las pocas Cortes de Justicia que la administra desde una equidad supuestamente exenta de presiones endógenas e intereses oligárquicos de los grupos dominantes, uno no se complace por la revocación de la doctrina Parot pero tampoco se conduele hasta la lágrima, hasta el borde de la rabia porque entiende que si hasta los judíos se han acabado llevando bien con los alemanes, con los de ahora, también se puede echar una doble palada de paz y de tierra sobre los ecos extinguidos una banda que ya pertenece a la Historia negra de una España que no acaba de blanquearse.

Soy consciente de que los familiares que penan todavía por unos muertos que pasaban por allí y se encontraron las nucas perforadas por el insano capricho de matar, nada menos que de matar, politizados hasta el extremo del rechazo ciudadano, convertidos en asociaciones victimistas de víctimas, no pueden, o no sepan, o no quieran, para perpetuar su dolor o su coraje, exhibir esa templanza. Pero suenan, o deberían, las campanas de un armisticio también en lo social, no se vaya el Gobierno del PP a encontrar prematuramente con una Euskalerria con los ánimos secesionistas también exacerbados si la intransigencia es el único vocabulario que manejan. Que lo es, porque día a día da muestras de que la intolerancia hacia todo prójimo que no comparta sus ideales (¿he escrito ideales? ¿la derecha con ideales? Mis disculpas por el gazapo) se erige como su única estrategia de negociación. Pero como ya he manifestado no hace mucho, señorías, apisonen, apisónennos ahora que todavía viven de un rédito electoral, prescritos ya los últimos resultados, porque se les está acabando la fiesta.

Estrasburgo ha decidido hacer prevalecer los derechos humanos sobre la extremosidad del sistema penitenciario, porque en esencia la sentencia no hace sino remarcar el carácter regenerador de las prisiones en Occidente y no su conversión en recintos de reclusión perpetua, vengativos y opresores, sustitutivos de una cadena perpetua que no está tipificada como alternativa en el Derecho español.

Hipócritamente, como acostumbra, el Gobierno ha manifestado públicamente (no fuera que el FMI nos rebajara la previsión de crecimiento un par de décimas) el acatamiento a la sentencia emitida por el alto Tribunal de Estrasburgo, pero uno, sin que profese la menor simpatía por los etarras o exetarras en general y por los asesinos en particular, entiende que no se puede tener, institucionalmente, un doble rasero a la hora de componer un semblante u otro según vengan y convengan las sentencias a la ideología y los intereses de sus señorías.

En 2009, cuando el mismo tribunal ratificó la ilegalidad de Batasuna, todo eran loores y nenúfares perfumados hacia tanta ecuanimidad de la Justicia europea por parte del ahora Partido en el Gobierno y entonces enemigo encarnizado de la colaboración con los socialistas gobernantes basándose en el lema no a todo, no a nada (la clásica amnesia política de cualquier tiempo pasado). Pero cuando ahora la misma Corte se proclama contra el único instrumento creíble de propaganda sobre el que el PP no ha variado su discurso, como es su firmeza antiterrorista, sin concesión alguna a cualquier principio de reconciliación, resulta que las caras son largas, los gestos torcidos, las opiniones contrariadas, algunos bravuconean con el plante. Que sí, que lo aceptamos, mecaguen el Sena, pero no de buen grado. O que no, joder, que no lo aceptamos, cómo vamos a aceptar eso que con tanta tenacidad y contra el propio espíritu de las leyes fundamentales, hemos conseguido instaurar en el Código Penal. El PSOE se muestra entre dolorido hacia afuera y aséptico hacia adentro porque a la postre el desgaste en la credibilidad la sufren sus enemigos de urnas. Puntos gratis.

Y la reacción subsiguiente en el PP ha sido la de comenzar a diseñar qué tipo de palos judiciales nacionales van a ser colocados para tergiversar la sentencia que, además, excarcelaría a presos comunes peligrosos al margen de los condenados por delitos de terrorismo. ¿No queríais Europa? Pues dos tazas de supranacionalidad.

La tesitura se presenta amarga, la digestión compleja, las presiones incesantes, las partes divididas, la sociedad también, los pros en pie de guerra contra los contras, los regeneracionistas guerreando contra los inmovilistas, el malestar patente, la dilación segura en la aplicación de la sentencia, la confusión de jueces, fiscales y mandos penitenciarios palpable, los recursos inmediatos. De hecho los abogados de los presos etarras ya se han apresurado a pedir la libertad de más de una cincuentena de reos a los que una aplicación rigurosa de la sentencia debería excarcelar de inmediato.

No aporto solución alguna, ni sugerencia siquiera, incurriría en la aberración de alguien que sabe de su ignorancia en asuntos de articulados, quizá no la haya para equilibrar las animosidades de las familias de las victimas asociadas y las de los verdugos prescritos. Tampoco me posiciono ni excesivamente a favor de las unas ni arrebatadamente en contra de los otros. Sólo me ratifico en lo que siempre he manifestado, que tanto el exceso de libertad como el exceso de represión se acaban volviendo contra quienes los promueven, y esa cerrazón secular del PP a abordar cualquier variante de la negociación, siquiera de la conversación, esa preferencia unilateral por el empleo de la fuerza y sólo de la fuerza y la vorágine represora para resolver cualquier conflicto, se ha acabado rebelando contra ellos mismos. De ahí que celebre, y sólo desde esa perspectiva, sólo desde esa, una sentencia que a la postre no deja de poner en la calle a quienes un día fueron terroristas con los escrúpulos perdidos.

Cabe recordar que ETA ya no ejerce como organización terrorista activa a pesar de que determinados reductos de la derecha más recalcitrante la quieran seguir utilizando en sociedad como ente todavía capaz de asestar coletazos para escenificar lo que mejor se les da, atemorizar al ciudadano influenciable. ETA sólo es ya una mancha prescrita de sangre injustificada e injustificable. ETA no se va a reconstruir por la liberación de quienes fueron sus huestes asesinas durante los cuarenta largos años que duró la intransigencia de los bandos. Siempre fui un defensor de que la palabra es la única munición que pacifica y si ahora se esparce demasiado queroseno de tercera generación se corre el riesgo de volver a prender una llama independentista activa en una Euskalerria amortiguada por la recuperación de la convivencia tranquila.

No me seduce esta Europa de los muchos. Me disgusta tanto como me asombra que se enlace en un mismo artefacto geopolítico (acabará estallando) a los chipriotas con los suecos, a los irlandeses con los rumanos, a los españoles con los malteses. Culturas, economías, sensibilidades no sólo diferentes sino contrapuestas en demasiados casos, pero si el peaje por pertenecer a Europa se fundamenta en resignarse a que lo supranacional prevalezca sobre lo patrio, los que la defienden a ultranza y la proponen como el milagro nuestro de cada día en cada intervención, es decir, los dos grandes partidos nacionales, debieran manifestarse ante la sentencia con una asepsia desprovista de desaire y con idéntico ¡Jesús! que con el que agasajan a la Merkel cada vez que estornuda.

Un pensamiento en “Me gusta, no me gusta

  1. Totalmente de acuerdo, ….y bueno, es lo que tenemos… Viva la Patria.

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